14 diciembre, 2005

Sueños

Los sueños son motivadores, móviles, que nos empujan y sostienen. Hay de todos los tipos: grandes, chicos, posibles, y hasta utópicos; egoístas, colectivos, ajenos… Cantidad, forma y color de estas ilusiones varía según el ser que lo imagina. No hay límites, reglas; ni imposiciones, ni impositores que condicionen nuestras dulces fantasías; porque allá, de donde son, jamás les dijeron que algo era imposible. Mimadas y caprichosas, persisten, nunca renuncian…esas fallas son propias de las personas con las que conviven, porque un hombre sin sueños no vive, y un sueño no es nada sin alguien que lo anhele.

Muchas veces los niegan y subestiman; los ocultan, por temor a nunca romper esa barrera que separa a los sueños de la realidad, y que cae cuando los concretamos. Otros, al contrario, se embeben y entregan completamente a ellos; fusionando realidades, sueños, delirios, ya sin llegar a distinguirlos. ¿Y qué es más peligroso, los seres que reniegan de sus sueños, o los que ya no los persiguen porque aunque no los hayan alcanzado, viven en ellos? La tentadora fantasía, es casi siempre, infinitamente más hermosa que la cruda realidad. Y es inevitable no querer formar parte de ella, olvidando desilusiones, soledades, tristezas. En esa invención propia, nada se nos prohíbe, somos la mano creadora, los inventores de cuanto pase o haya, porque allí, de donde provienen esas maravillosas quimeras, nadie nos dice que algo es imposible.

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