19 diciembre, 2005

Juego sucio

Cansada de su danza de seducción continúa, me doy por vencida. La histeria de estar o no estar, de pertenecerme, acompañarme, o mantenerme alejada me mantiene en una montaña rusa y no sé como hacer para bajarme, ¿o no quiero? El participar de este juego me hace sentir que aún estoy en carrera, y saborearla aunque sea sólo por un segundo, hace que valga la pena la agonía.
De vez en cuando estoy arriba, y siento que el aire me acaricia, y veo la insignificancia de lo terrenal y sus laberintos. Desde allá yo manejo, me manejo.
El problema es cuando bajo, y el miedo y la desesperación se apoderan de mí; cuando siento que me estrello, y a nadie parece importarle.

Cansada de vueltas me bajo, no quiero jugar más, ni ser otra pieza en el tablero.


-¡Vaya mujer! ¡Déjeme tranquila! ¿Quién le ha dicho que usted es tan importante?


Pero no me cree, porque ve en mis ojos que es el objeto de mi deseo, que me desvela y que no puedo dejar de pensar en ella. Sabe que la amo.
Que turra... ¿por qué la Libertad me atrae tanto, y no puedo sacármela de la cabeza?


Quiero volar, lejos de aquí escapar.
Dime, mi bien ¿quién me llorará,
si me dan alas y echo a volar?
Quiero dormir, no quiero despertar,
quiero ser la lluvia al otro lado del cristal.
Quizás alguien me espere en la oscuridad…



Cada día más...

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