03 enero, 2006

Crepúsculos sureños

El ocaso, ayer cómplice de la pasión oculta y hoy compañero de aquel amor que quedo reducido a simple e inevitable nostalgia, arriba con prepotencia. Apaga las luces que encandilan y distraen a ese caprichoso ser que busca volver a los momentos en los cuales fue feliz. La oscuridad ciega y oculta nuevos caminos, y la noche, amiga de los fríos que hacen sentir la falta del calor, da inicio al ritual en el cual la memoria y los sueños se funden e invitan a la fantasía que ignora y omite realidades infortunadas. Los recuerdos se resisten a vivir en el ayer y retornan al ahora en forma de anhelos. Son tan nítidos y dóciles que me aprovecho y los manipulo, transformando mi presente en un holograma de deseos que no se resignan, y que cumplen su función analgésica. Pero cuando ese efecto pasa, ninguna palabra, droga o mentira mutada sirve de consuelo. Por suerte, él acá no tiene voluntad alguna. Por suerte, él en mi cabeza no puede elegir no estar...

Y tal vez espere demasiado... quisiera que estuvieras aquí...

Aii.... gentes porteñas, ya las extraño en demasía... =(

1 comentario:

a n i t a dijo...

ey yo tb te extraño... aunq parezca q hay algo-aguien q extrañas mas...


beso

te amo